Lic. Mercedes Marcó del Pont, Administradora General de la Administración General de Ingresos Públicos
Economista y magíster en Economía internacional y Desarrollo en la Universidad de Yale, Estados Unidos. Es investigadora en diversos proyectos económicos, publicando diversos trabajos y libros de su especialidad. Fue consultora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); entre otros organismos.
Se desempeñó como diputada nacional entre 2005 y2008, estuvo al frente del Banco de la Nación Argentina entre 2008 y 2010 y fue la primera mujer en ocupar el cargo de Presidenta del Banco Central de la República
Argentina entre 2010 y 2013. Desde diciembre de 2019 es la directora de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
El nivel de las panelistas que han participado a lo largo de estos días es asombroso, y la verdad que felicito a la AGN por esta convocatoria, por esta iniciativa. Quisiera incorporar a esta institución que nos convoca el aspecto del rol del Estado, porque si hay algo que ha dejado en evidencia la pandemia es la capacidad de los Estados Nacionales para hacer frente a las consecuencias sociales económicas de todo tipo que ha tenido esta crisis del COVID-19.
Todo esto requiere la capacidad de respuesta, no solamente en la dimensión de las políticas públicas que se implementan, sino en el aspecto de la capacidad de financiamiento de los Estados para poder explicar esas políticas públicas. Lo que hemos hecho estos últimos dos años y medio lo tenemos que reivindicar, ya que marcan un sendero y un recorrido que hay que profundizar.
Primero está el aspecto fundamental de cómo financiamos estas políticas que se han venido enumerando a lo largo de estos días. Cuando asumimos, en diciembre de 2019, el desafío era tratar de sacar al país de la crisis social y económica que se arrastraba, y hubo un capítulo muy importante asociado a la cuestión tributaria. Ese capítulo lo que trataba de hacer era desandar una reforma tributaria que había sido muy regresiva en el año 2017.
Hay que plantear un hito importante porque se modifica el impuesto a los bienes personales, quizá uno de los más progresivos que hay en nuestro país y que vuelve a las alícuotas originales que la estructura anterior había reducido a menos de la mitad. Era un impuesto que estaba por votación política de la gestión anterior en vías de desaparición. Nosotros gravamos las alícuotas de las riquezas que estaban fuera del país y desarmamos la reforma patronal que era muy regresiva y que tanto favoreció a las grandes empresas, y castigaba a las pequeñas y medianas.
En diciembre de 2019, antes de la pandemia, hubo una decisión política de plantearse un régimen tributario más progresivo. Luego vino la pandemia, allí tenemos que reivindicar lo que fue el aporte solidario y extraordinario, porque eso mucho se discutió a nivel global cómo se financiaba la pandemia. Cuando uno mira lo que ocurrió en el mundo, Argentina fue uno de los pocos países que avanzó legislativamente en un proyecto donde se grava a ese 1% de los más ricos de la Argentina. Recaudamos 240 mil millones de pesos que se orientaron fundamentalmente a políticas de salud, al ANSES, y al programa PROGRESAR. Es decir, el aporte fue realmente un hito en lo que es la historia de medidas tributarias progresivas.
Más recientemente modificamos el impuesto a las ganancias de las empresas, donde también desandamos una alícuota más baja que había planteado el gobierno anterior, y subimos la alícuota marginal máxima en 35% para aquellas empresas de mayor tasa de rentabilidad. Los resultados son el incremento en la recaudación del impuesto a las ganancias: con esa progresividad mejoramos enormemente, más de 70% la recaudación que con el sistema anterior hubiese sido del 50%.
Mayoritariamente las empresas que tuvieron menores ganancias pagaron menos. Pagaron más las empresas que acumulan las mayores ganancias, esta es una dimensión que tenemos que tener en cuenta cuando miramos la capacidad de financiamiento del estado sobre políticas públicas que se sostiene sobre algo que fue desde el inicio de nuestra gestión un objetivo: ampliar la base imponible de los sectores de mayor capacidad de recaudación.
Venimos de etapas de financiamiento con deuda con moneda extranjera, en épocas donde parece que retrocedemos mucho tiempo en materia de discusiones conceptuales e ideológicas, en el tema de la recaudación para tener Estados fuertes, es una dimensión que no podemos dejar de lado.
La otra dimensión es lo que hicimos y en tiempo record. En semanas, nosotros desplegamos el ATP que es la política de preservación de trabajo y capacidades productivas más importante de la que tengamos memoria. Llegamos a 3 millones de personas con este trabajo. Depositamos en la cuenta de cada trabajador el salario durante muchos meses, sin dejar de lado lo que fue el IFE.
La capacidad de coordinación que tuvimos hacia el interior del Estado es sorprendente. Trabajamos en conjunto con el Ministerio de Trabajo,con el Ministerio de la Mujeres, el Ministerio de Desarrollo Productivo, codo a codo 24 horas. No hubiéramos podido tener la eficacia ni el alcance que tuvimos con estas políticas. La perspectiva de género predominó por sobre todas las políticas públicas: tarjeta alimentar 94% son mujeres, ife 55% son mujeres, reintegro a los sectores vulnerados 80% mujeres, bono a personal de salud 67% son mujeres. De estos números no tenemos que festejar las coberturas, no es más que la feminización de la pobreza, de las situaciones de vulnerabilidad.
El objetivo durante la pandemia fue preservar los empleos, las capacidades productivas, los ingresos de los sectores vulnerados, no es casual que estas políticas han beneficiado más a las mujeres, es la consecuencia del problema estructural social, donde las mujeres son las más castigadas cuando analizamos cualquier indicador de vulnerabilidad.
El ATP y el crédito a tasa fueron también políticas muy universales que se implementaron desde el Afip. Del total del ATP el 35% llegó a mujeres y del total de crédito a tasa 0 el 42% fueron mujeres. Entonces esto es bastante elocuente, lo que está replicando esta cobertura es que en los sectores formales donde llegó el ATP la participación de las mujeres es menor. Como dato relevante, en el aporte extraordinario se recaudó 240 mil millones, es decir aportaron un poco más de 11 mil personas y solamente 23% son mujeres, es decir también habla de cómo la riqueza y el patrimonio la predominan los hombres.
La última cuestión es la visión más estructural, ya que en todas las desigualdades de ingresos, territorial y de género tienen múltiples aspectos, causales, factores que inciden, pero hay uno, el de perfil productivo, porque cuando planteamos para avanzar al proceso de desarrollo sostenible es imposible hacerlo con una economía no industrializada, con una economía primarizada, es imposible pensar en reducir las desigualdades geográficas, de ingresos y de género.
La importancia de las políticas públicas rige en que busquen avanzar en las cuestiones estructurales de nuestros perfiles productivos muy subdesarrollados, pero que simultáneamente la perspectiva de género esté en el diseño de esas políticas de cambio estructural. Es algo muy poderoso, la política de género es hoy una política de estado que atraviesa a todos los organismos del estado nacional. Por ejemplo,en la agenda del plan del Ministerio de Desarrollo Productivo en cada uno de los 39 programas que impulsó el ministerio de desarrollo productivo estaban los incentivos de la perspectiva de género. Es decir, existe un buen diagnóstico de cómo se expresan las desigualdades de las mujeres respecto a los varones y como había que forzar esos cambios. La inercia no genera los cambios, las decisiones deliberadas de políticas para forzar esos cambios si.
De los 39 programas en todos había incentivos para la incorporación de mujeres, créditos a las pymes subsidiados por el fondo de garantía para mujeres. Todo esto para promover la igualdad de género. Entonces, estamos en condiciones de comenzar a evaluar cuál ha sido el impacto de estas políticas, advertir que a pesar de estar en una situación social difícil, de pobreza, de inflación la reducción de las brechas de la desigualdad hacia el interior del mundo del trabajo realmente es algo para comentar.
Si se vincula en todas las variables con las tasas de desempleo las brechas de varones y mujeres es la más baja desde el año 2004. Entonces, es importante reivindicar todo lo que hemos podido construir desde el estado nacional, desde esta perspectiva feminista que es necesaria incorporarla, pero sin olvidarnos de otras dimensiones que pueden garantizar el progreso para todas y todos que es el deasrrollo de la inclusion, necesariamente mejorando las condiciones de equidad, reduccion las desigualdades con esta politica de estado que tiene que seguir.
Esto es hacerse cargo de las brechas, con una política que no podrá retroceder. Gran parte de esa responsabilidad está en nuestras manos.