Desde sus inicios la pandemia funcionó como un significante vacío, en disputa, donde los distintos actores le dan su significación, su mirada e interpretación. Se llena de múltiples significados en función de distintas perspectivas. El feminismo, movimiento de mujeres, el gobierno comienza a partir de la creación Ministerio de las Mujeres y de las oficinas de género en distintas entidades públicas e intenta tener una perspectiva de género que logre interpretar las situaciones de la realidad.

Argentina fue destacada por ONU como el país que más políticas implementó para paliar los efectos de la pandemia en las mujeres. Hoy nadie discute la relevancia de las políticas de cuidado, de la importancia de fortalecer el estado y que tenga perspectivas de género.
La pandemia nos abrió los ojos a que las mujeres somos las que hacemos rodar el mundo con nuestro trabajo gratuito en los hogares, las que sostuvimos las redes de cuidado comunitario, incluso en espacios de peligros como el mismo hogar. Esta crisis nos enseñó a mirar de frente las desigualdades de género, nos mostró la precariedad y la pobreza de nuestro país: 9 millones de argentinos estaban en situación de precariedad durante los períodos de cuarentena. Cuando empezó la apertura las mujeres seguíamos sin poder salir producto de las escuelas cerradas y de la carga de cuidar a sus hijos.
El desafío que tenemos como gobierno es ser los garantes de este aprendizaje, para que lo que nos dejó la pandemia no pase al olvido. La memoria es lo que nos permite seguir desarrollando compromiso.